sábado, 15 de septiembre de 2007

La casa de la Novia Nueva

La visita a la casa de la novia nueva debe retrasarse por lo menos hasta alcanzar cierto nivel de comunicación. Hay muchas teorías que respaldan este enunciado pero no todas se pueden comprobar en la práctica. Hay una en particular que me permite demostrarlo con un ejemplo de la vida real y que me contó una vez Gustavo.
Siendo las 7 de la noche de un miércoles cualquiera, se detuvo Gustavo en un colmado, a escasas cuadras de la casa de su nueva novia. Decidió el aventurero tomarse un refresco, para no llegar con la garganta seca. Cuando ya se había tomado la mitad, notó en el mostrador un envase plástico que albergaba unos grasosos pastelitos. Uno nunca sabe cual es el tipo de carne que traen estos pastelitos. Hay que hacerse la idea de que son de res aunque cuentan que los fabrican de carne de lagarto molida, en especial del mal llamado ¨Salta-cocote¨.
Gustavo se comió dos y luego compró uno de esos chicles que matan el mal aliento.
Se dirigió a la casa de la joven y pasó un largo rato conversando y de vez en cuando pellizcando y robándole besitos encantadores.
Aquellos pastelitos deliciosos hicieron el efecto de un huracán batatero y pronto Gustavo le pidió a su novia nueva que le permitiera pasar al baño para hacer del uno o sea, orinar. Por supuesto que mi amigo le mintió ya que tenía la intención sobrada de dar una buena ¨cagada¨.
En escasos minutos fue consumado el hecho y expulsado el dragón fuera de sus entrañas. Aquel animal era de cola larga y expulsaba fuego mientras se resbala por su trasero. Me cuenta que hasta llegó a quemarle unos cuantos pelos de los que merodean por esa zona prohibida.
Gustavo limpió rápidamente el área para luego quedarse atónito. Para su sorpresa, cuando presionó la palanca, no había agua en el tanque, ni en el lavamanos, ni en la ducha ni en ninguna de las esquinas del diminuto baño. Con las pupilas dilatadas y la frente bañada en sudor, llamó a la novia nueva con un susurro. Solo en la mente de Gustavo cabe pensar que si susurraba, solo ella lo escucharía.
Conversó Gustavo con su novia nueva abriendo la puerta unos pocos milímetros. Muy cortes la joven, se dirigió a la galería, sacó una cubeta de agua de la cisterna y se la llevó a su príncipe en apuros.
Gustavo precipitó el cubo de agua en el sanitario velozmente pero no logró sumergir todos los restos del Nautilos. Salió apresuradamente y se quedó unos 10 minutos más con su novia nueva para disimular. A partir de ese día alcanzó la pareja el nivel de comunicación adecuado para que su relación llegara al paso siguiente.
Aprendió Gustavo una nueva lección y como es de corazón errante inventó un procedimiento para ir al baño de la casa de una novia nueva:
1. Verifique si hay agua en el lavamanos
2. Verifique si hay papel o servilletas
3. Levante la tapa del tanque del sanitario y asegúrese que tenga agua
4. Proceda con su necesidad

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