jueves, 27 de septiembre de 2007

Un relajante masaje

Después de una jornada de ejercicios agotadora no hay nada más relajante que una sesión de masajes. Amaury ya había probado todas las maquinas del gimnasio pero nunca se había atrevido a tomar un masaje. Atrapado por la timidez me pidió que le acompañara en la travesía. Acepte la nueva aventura movido por la curiosidad.
Hicimos la rutina de pesas y demás tonterías en unos 20 minutos y luego nos dirigimos al kiosco de masajes. Nos acomodaron boca abajo en dos mesas contiguas e inmediatamente comenzaron con delicadeza a aplicar el masaje. No me atreví a levantar la mirada para no dañar la imagen dulce que me había formulado de aquellas manos prodigiosas. En pocos instantes me sentí en el cielo, relajado y complacido de participar de esta actividad. Amaury por su lado se sintió aun más relajado y en su delirio de serenidad olvidó que estaba en aquella habitación con otras personas. soltó un suspiro y luego lo acompañó con un prolongado y sonoro "Pedo". Nos quedamos atónitos por unos milisegundos, hasta que sentimos la pestilencia. Arrancamos todos despavoridos hacia la puerta para escapar lo antes posible. Amaury se levantó corriendo y salió primero que todos diciendo: - No me dejen solo que ni yo lo aguanto!!!

No hay comentarios.: